En los espacios de organización Marxista Leninista, la lucha por la igualdad de género es frecuentemente relegada a un segundo plano, siendo considerada por algunos como una desviación ideológica o una distracción de la lucha de clases. Este decálogo pone en la mesa el machismo y las contradicciones existentes en el comportamiento de ciertos militantes que, proclamándose cuadros, pretenden disfrazar actitudes y prácticas misóginas con un discurso revolucionario.
Mediante estas 10 normas básicas para ser un buen militante, se evidencia la manera en la que se minimiza y deslegitima el feminismo, ignorando que la liberación de la mujer proletaria es intrínsecamente parte de la lucha obrera.